Foto: Christian Palma / COPALProducciones
La niña tiene ocho añitos, sólo acumula hojas de calendario sobre su espalda flaca. En su mesa, con suerte, apenas un pan del día y un plato de guiso ácido de tanta recalentada. Todos los mediodías corta un pedacito del pedacito que le toca en suerte. Lo guarda en un pliegue de su remera rota, sale a la calle y una bandada de palomas aparece como mágicamente para recoger las miguitas.-Siempre les doy pan para que coman, me cuenta. En el fondo de sus ojitos, casi sin brillo, encuentro una luz y veo un brote de la esperanza iluminando su mirada pícara. Ella comparte lo que le falta, otros, lo que le sobra. Algunos la llaman “negra de mierda”. El cura de la iglesia, a media cuadra de allí, todavía no la vio, esa nena tiene la magia de pasar inadvertida, para tantos…
Nechi Dorado
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